Un día caluroso de enero, después de cumplir con su rutina diaria, la chica del "E" caminó el largo pasillo que la llevaba al amparo de sus sueños.
Esta vez tenia el cabello peinado, un vestido de tela lila de bambula, y unas sandalias de cuero gastado que llevaban un bidu con una amatista ,ahi mismo donde el dedo gordo busca sentirse importante en el mundo del pie. Una bella piedra traida vaya a saber de dónde finamente engarzada en la alpaca que brillaba a los pasitos del sol de las baldosas.
Caminó pausada,vibrante. Abrió la puerta astillada por el viento de la noche anterior, hizo una mueca a los peces que reclamaban comida en la pecera y se acomodó en el almohadón preferido de su casa.
Eran casi las tres de la tarde cuando de repente se dio cuenta que habia olvidado una gran porción de torta de chocolate arriba del mostrador de ese último lugar que habia visitado. Y claro, uno puede pensar que no es importante ni grave el olvido de una mezcla de harinas y huevos en una despensa, en un consultorio, o en un banco, pero tratandose de esa torta y de chocolate, la desventura no era menor.
Entonces , presurosa sacó de su diminuta cartera un pañuelo rojo, muy suave , de seda transparente, el mismo que usaba para practicar ese truco de magia que nunca le salió, y se sonó la nariz, un lado cada vez. Y lo volvió a guardar.
La magia no funcionó. ¿Era posible que alguien llamara a su puerta y le trajera la torta? y a esa altura ¿qué habria pasado con ella?. ¿Seguiria solita en un rincón aromatizando de licores el ambiente? ¿cuántas personas habrian preguntado de quién era esa torta? ¿ alguien habria descubierto una nueva receta?, ¿ se habría deshecho en pedacitos dulces en el paladar de ese señor esbelto y morocho? y en el peor de los casos ¿alguien la habría hecho desaparecer rápidamente arrojandola con despojo al tacho de basura mas cercano?
El espiral sin respuestas fue adueñandose estrepitosamente, primero del almohadón y minutos mas tarde de la chica del "E" que, saltando velozmente, arrebató su bicicleta, y salió a la calle. El viento estaba fresco, las nubes más grandes y globosas, las calles atestadas y las distancias más largas que de costumbre.
Cuando llegó hasta el mostrador que visitó por última vez, abrió bien grande los ojos, se acomodó la piedra amatista de su dedo del pie y se quedó con el cuello tieso mirando un solo rincón.
La señora estaba ahi, sentada con su primera taza de café, tenia el pelo empapado y un pendiente largo hasta los hombros, parecia una esmeralda. En un momento se apartó unos centimetros de la silla, se quitó el chal floreado de paramecios que llevaba y con la expresión impávida de quien se siente omnipotente, tomó una cuchara de plata y la hundió en la torta de chocolate que tenia frente a sus voluminosos labios.
La chica del "E" con lágrimas en los ojos se quedó atónita, mirando cómo el corazón tan vivo y tan rojo que decoraba el chocolate, rompía en pedazos una palabra glaciada en azucar turquesa: cinco letras desordenadas de su vulnerable mundo dulce. Apenas cinco letras que crujian la palabra P e r d ó n.
Y no fue que no llegó a tiempo...Y no es que quiso Olvidarse.
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