
Se asomaba el ritmo tibio de abril cuando Mora decidió que ya era tiempo.
Ahh sí, la trillada palabra "tiempo",la misma de los relojes falsos o de los mundos ficticios.
Sin embargo, para ella el tiempo era ese tic tac incesante, en donde cada emoción suya se hallaba finamente cronometrada. Tal como la medida justa del azúcar impalpable, pegajosa, blanca y pura, que se disuelve rápido para tomar otra cucharada de emoción, y así empastarse en un banquete donde empalagan los que siempre dejan a Mora llena de heridas en el alma.
Pero bueno, la cuestión es que ya era tiempo, y ella no sabía bien tiempo para qué, y mucho menos tiempo para quién, o si era tiempo de algún cambio tal vez.
Asi pasaron los días , y de repente una tarde abrió bien grande los ojos, como si despertara de largas horas de insomnio, respiró profundo y solo escuchó una voz, que la llevó a un lugar. A un espacio, donde perfumaban sándalos y rosas, donde estaba Blancanieves, sí, sí, la mismisima en persona, la preferida de los hermanos Grimm , y de muchos hombres más, incluso de aquellos que Mora también amaba.
Ustedes, señoras, señores, sorprendidos pensarán que ella, que Mora es una chica soñadora, delirante o imaginativa, pero oh sorpresa porque no lo es. Llámese intuición, magia, destino, desatino, desventura o desamor, algo la sedujo a ella hacia ese lugar.
Sin pensar en ninguna consecuencia de maldad, caminó pausada, con pasos lentos aunque inseguros. Y es que de eso se trataba, de ingresar a un mundo desconocido, que abria dudas, y hasta provocaba miedo...pero igual, confiada, se dejó llevar.
Al llegar, su primera impresión fue tan clara que apenas podia mantener sus pestañas desplegadas. El lugar tenia unas paredes blancas de zocalos violetas, desprolijamente acomodados y un aroma particular. El ventanal que daba a la casa era transparente , con hojitas verdes, curiosas en sus formas y con flores brillantes de color fucsia. Las mismas hermosas flores que curiosamente Mora también tenia en su jardín.
Y de repente como un halo de luz blanco, intocable, apareció Blancanieves,sí, y era asi, era ella, como en el cuento: con la piel blanca como la nieve, con el cabello negro como el ébano y los labios rojos como la sangre. Entonces Mora se preguntó ¿quién no salvaria, quién no defenderia ante cualquier dicho de maldad a un ser tan puro como Blancanieves? ¿qué hombre no la despertaría con un beso? ¿ cómo alguien de apariencia tan fina e iluminada, podria ser tan cruel?
Lo cierto es que pocos días después, Mora llegó a un final tan finito, que el sueño del infinito cambio que fue a buscar, nunca alcanzó a suceder.
En cambio, llegó a un final que ni los hermanos Grimm jamás contaron.
Hubo alguien que siempre cuidaba a Mora desde el cielo, un ángel quizá , de alas resplandecientes y de lealtad intachable que me visitó anoche y me contó el verdadero final del cuento y es este que paso a describirles:
" El sirviente de aspecto moreno y mirada profunda, que iba a matar a la joven, blanca y pura, se arrepiente y vuelve al salón de sándalos y rosas, con el corazón de un ciervo que dijo era el de Blancanieves. Sin embargo el corazón que latia arriba de una mesa bajo un ventanal sombreado por las hermosas flores , era el corazón de Mora, agobiado, rebelde, vacio de aire, casi moribundo , a punto de dejar de latir..."

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