lunes, 25 de abril de 2011

al sur de Marmalal



es la trama de viajar con vos en
un sur de mar y de arena,
de un sinfin de mareas, y
de marañas en tu cabeza.
y es la niebla de un ciclón
de palabras,
de una ruta acelerada
y de la vida dispar
cronológica,
incongruente
que nos separa.
y es la esperanza inventada
en dar la caricia que te calma...
y es la ida y la vuelta
estrepitosas,
saladas, verdaderas,
tiernas, mentirosas,
piadosas...
al sur de Marmalal.

< Fotografia: Nan Goldin >

viernes, 22 de abril de 2011

otoño.


yo queria enredarme ahi
entre tus rulos negros
y confundir el crujir
de las hojas con
el sonido de tus besos...

pero hoy me sorprendió
la lluvia andando
en bicicleta
y tu mirada girando
hacia atrás, como en la arena...

Y creo que te volvi
a ver, para así mirarte
tal cual sos, tal cual eras.

domingo, 10 de abril de 2011

Madrid nunca es Madrid


Madrid es un garito. Es lo que suena y vuela alto. Es el chirrido de un tablao. Es la palma urgente de un cantaor. Es la ciudad, el barrio, una ventana, la plaza, una callejuela, la terracita con geranios. Es una valija repleta de sueños y alfajores. Es la maleta que guarda celosa la yerba, los pendientes y las fotografías. Es el celofán que atrapa para sí a ese mogollón de estrellas en los aterrizajes. Es un museo, el tren que viaja, el bus que aleja vedados rostros, diversos ojos.
Es un desfile de faldas verdes, chaquetas rojas, tacones lejanos. Y es el collar de perlas de colores en los enredados brazos de los que juegan a quererse. Es el pelo desgajado, el gesto desencajado y fugaz, es el rimel corrido de madrugada. Es el Metro que llega y acerca miradas, seduce personas, miles de inmigrantes, claridad de deseos, sinsabores, utopías. Es una cañita, el jamón serrano, una mesa gastada de pub escrita de puño y letra por los nuevos y los viejos amores.
Se dice: en Madrid. Pero es: de Madrid. Soy o no soy de este rincón de mundo. Madrid es la espera en la acera desesperada. Y es la espera de esperar ser o de regresar a ser lo que se era.
Madrid también es una puerta, ausente en algún otro país, donde no canta quien canta en Madrid. Y es ese lugar de mundo en donde el Sol está en la Puerta. Es un tren de Cercanías, esperado, un vidrio esmerilado, una boca que sonríe, besa y encuentra, una mirada que llora y lastima, asombra, desgarra y recuerda.
Madrid es una calle ancha, la fuente de una diosa que respira aire arremolinado, que luce seductora en la fotografía de un chino o de un finlandés. Es agua naciente que invita y salpica, que incita al amor, al beso, y a la caricia. Y es el arte, el teatro, la pintura, el Prado, Lavapiés, La Latina y un latino modo de degustar una bocata. Es el sencillo modo de descubrir que se está vivo mientras se elija vivir.
Es el café bombón. Es comer porras en Antón Martín. Es detenerse en Huertas a leer las calles adoquinadas. Es vaciar el segundo del tiempo triste con un chupito, y es decir bienvenida.
A veces Madrid es un recuerdo de otros modos de habitar el mundo, de otro juego que se jugó de chico. Es el juego de vivir en Marruecos, o en Copenhague, en Rio, o en Buenos Aires. Porque Madrid es la Madrid que cada uno imagina. Es la artesanía que sobreviene del mar, que sobrevive a los moros, es la mirada azul de un anglo, o es el wiskhy agrio de un holandés. Es el abrazo, el labio que besa presuroso y tibio de un argentino. Es el mate que acompaña la caminata sur sin rumbo. Es el agua tibia que llega a la plazoleta que más abriga. Es el gustito a hierba virgen que demora ansiedades. Y también es el mural que detiene al anciano que sueña el niño que alguna vez fue.
Madrid es cristal. Es viaje de bodas, y es silencio doloroso de los que mueren lejos. Es tristeza, o desarraigo y es alegría de los nuevos hijos y de la nueva mesa. Es prisa de compañías, es soledad, una sala de cine vacía, una pantalla de mar y de arena. Es una historia de amor que se cuenta o un cuento de hadas que se miente, baila, culmina.
Es el irrefrenable sudor en el verano, y es los huesos calados en el invierno, acaso un abismo de cielos desconocidos que agobia o que abriga según la estación.
Madrid nunca es Madrid. Es la voz del soñador y es la voz del escéptico que dijeron” Madrid” alguna vez. Es el fragmento de una clase de geografía olvidada en la escuela secundaria. Y es la leyenda viva, azarosa de los que llegaron desde lejos. Es la suma de momentos escapados, irrelevantes, necesarios, sellados en servilletas de papel que el tiempo ha desgastado.
Es amigos, es amor y es extraño. Madrid nunca es Madrid. Es explorar por siempre un alquímico deseo de libertad .Y es también un caracol de mar lejano que se guarda como preciado trofeo de él.

(mi vida en Madrid.mi casa en Madrid)